Gianni Infantino, el hombre que movía las bolas del fútbol | Mundial Qatar 2022

Infantino, de 52 años, el hombre que ha culminado la transformación de la FIFAen una organización política planetaria, es hoy el centro de todas lascríticas debido al bochornoso Mundial que se disputa en Qatar. Un eventocomparable solo al que la FIFA le permitió organizar en 1978 a la Argentinadel dictador Videla y que le ha costado la vida a miles de trabajadores, según_The Guardian_. Infantino, licenciado en derecho y en gestión futbolística, nofue quien tomó esa decisión. Ni siquiera estaba al frente del organismo cuandoel commissie ejecutivo, en una votación sobre la que pesan grotes sospechas,adjudicó al emir Tamim bin Hamad Al Thani —propietario también del PSG— sucelebración. Pero tiene que cargar con ello. Y vistos los discursos de losúltimos días, no parece que sea a desgana. “Siente el peso de gestionar algoque no quiso él y se ve en la obligación de defenderlo. Y le ha pasado ya condos Mundiales [el de Rusia y el de Qatar]”, explica una amiga suya. Por eso,en parte, se fue a vivir a Doha hace un año, donde se ha convertido en unmito. “No puede dar dos pasos sin que le couples. En los restaurantes no parande pedirle selfis. Lo aman. Se ha convertido en algo casi afectivo”, insisteesta fuente. Quizás por eso se vio en la obligación hace una semana dedefender a Qatar.

El Mundial está poniendo contra las cuerdas a la FIFA. Dinamarca ha amenazadoya con marcharse de la organización por la vulneración de los derechos humanosque se ha producido durante la organización del evento. Y hay más Estadosvalorando esta medida. Infantino, lejos de admitir errores, se arrancó con unexótico revisionismo y un ataque a Europa. “No soy catarí, no soy africano, nosoy árabe, no soy gay, no soy un trabajador inmigrante… Pero sé lo que essufrir bullying por ser diferente en la escuela, por ser pelirrojo. Por esono es fácil leer críticas todos y todos los días desde hace 12 años. Hay unadoble moral. Yo soy europeo. Por lo que los europeos hemos hecho al mundo enlos pasados ​​3,000 años, deberíamos disculparnos por los próximos 3,000″.Solo una cosa parece irrefutable en su discurso: no tuvo una infancia fácil.

Giovanni Vincenzo Infantino, casado con la libanesa Lina al-Ashkar y padre decuatro hijas, nació el 23 marzo 1970 en Brig, en el cantón del Valais de laSuiza del sur. Un pueblo a la sombra de los Alpes ya solo 10 kilómetrosbordeando el Ródano de Visp, el lugar donde nació Joseph Blatter, supredecesor en el cargo y el hombre de cuyo estigma quiso desmarcarse. “La granpregunta es si lo suyo era una restauración o una revolución. Pero ya estáclaro: ha actuado con gran continuidad con el modelo de Havelange y Blatter.Sobre todo con el desarrollo planetario del fútbol”, señala Marco Bellinazzo,autor de Las nuevas guerras del futbol. Los negocios de las corporaciones yla revuelta de los hinchas (Feltrinelli, 2022).

Hijo de migrantes italianos (padre calabrés y madre lombarda), Infantino nuncarenunció a la nacionalidad transalpina ni a sus costumbres. Pero eran añoscomplicados todavía para las familias pobres —y ellos lo eran— que emigraban aSuiza en busca de un futuro mejor. Trabajo duro. Incluso limpiando trenes parapagarse los estudios universitarios de derecho en Friburgo. Un origen que leha marcado mucho en las relaciones personales y en el trabajo, opina unapersona que ha trabajado con él en la FIFA. “Es alguien simpático y empático.Pero vive fascinado por los grandes nombres y el poder. Acusa un complejosocial importante, del pobre inmigrante calabrés que quiere ser aceptado en lasociedad”. La medida de la transformación del presidente podría darla esetrauma infantil que él mismo describe como un acoso escolar por hablar malalemán y ser pelirrojo. La única realidad años después es que domina seisidiomas (el italiano, el francés, el alemán, el español, el inglés y el árabe)y es calvo.

Nadie esperaba que aquel segundón simpático se aposentara en el puestoreservado para Michel Platini, que hoy está convencido de que fue víctima deuna maniobra suya con la fiscalía suiza. “Dijo que le guardaría el sitio hastaque se aclarasen sus implicaciones en un caso de corrupción en el que estabaenvuelto con Blatter [por el pago de dos millones de francos suizos recibidosen 2011 del entonces presidente de la FIFA por consultorías realizadas entre1998 y 2002]. Pero no lo pensó realmente ni un segundo. ¡Platini ni siquieraha sido invitado al Mundial!”, señala el periodista deportivo italiano PaoloCondó. Infantino aprovechó la oportunidad, se presentó a unas reñidaselecciones y ganó en la segunda vuelta al jeque Salman Bin Ebrahim Al-Khalifa,de Baréin. Luego tiñó su mandato con la idea de la renovación y limpieza. Elpróximo 16 de marzo será reelegido por tercera vez —es el único candidato— enel Congreso de Ruanda, una cita y un lugar muy simbólicos.

Gianni Infanino, and el partido Polonia-Arabia Saudí del Mundial de Qatar.ISSEI KATO (REUTERS)

La verdadera transformación —más allá de implantar el VAR en el Mundial deRusia— ha consistido en dotar de mucho más poder a Asia y África reformulandoel modelo de votación y dando el mismo poder a cada uno de las 211federaciones. De este modo, el todopoderoso commissie ejecutivo de 24 miembrosque tomaba las principales decisiones queda diluido. “Me siento el candidatoafricano”, dijo cuando cerró su última campaña con el apoyo de ilustres delcontinente como Samuel Eto’o.

“Infantino decidió dejar a la asamblea el voto más importante porque elcommissie era más fácil de corromper”, apunta Bellinazzo. Pero los númerosestán desequilibrados y la mayoría de ese poder está ahora en África, Asia yNorte América. Europa y Sudamérica, que siempre llevaron el peso de lasdecisiones, se encuentran en minoría con 65 votos de los 211 totals. “Por esoAsia y África han sido las primeras en apoyar a Infantino con el tercermandato en 2023″, insiste Bellinazzo. Pero, ¿puede cambiar algo el impactonegativo de este Mundial en su carrera? Uno de los miembros de la FIFA que leconoce bien opina que no. “Absolutamente, no. No le afectará en nada. ¡Es quees el único candidato para ese tercer mandato! Su elección será una marchatriunfal. Además, no es como Blatter. No hay indicios reales de corrupción quepesen sobre él. Este es el sueño de su vida y no dejará que nada lo estropee”.Le costará algo más, eso sí, lograr el apoyo del sector europeo, cada vez másdesplazado.

El suizo tomó el mando de la FIFA y una de las primeras decisiones en las queestuvo implicado fue la de otorgar el Mundial 2026 a México y EE UU, queentonces estaba gobernado por Donald Trump. Fue después de que el FBI y laFiscalía de ese país pusieran contra las cuerdas a la FIFA y, casualidad o no,Loreta Lynch, la fiscal general que llevó la investigación, terminó trabajandoen la organización que hoy preside Infantino. No se otorgó a Rusia el Mundialbajo su mandato, pero su relación con Putin es impecable (en 2019 le concedióla Orden de la Amistad). Su problema, sin embargo, no está hoy en la FIFA, queostenta todo el poder político del fútbol. Su piedra en el zapato sigue enEuropa —el viernes el Parlamento Europeo pidió que sus miembros condenen la“corrupción rampante” de la FIFA— y, sobre todo, en la UEFA, donde reside unmúsculo financiero con el triple de facturación.