Víctor Tomás será el ‘8’ eterno del Barcelona de balonmano | Deportes

Más que nada porque la comunión de Víctor Tomás con el Palau fue magnética.“Fue una relación estrecha e intensa. Mucha gente se ha visto reflejada en mí,en una persona normal que cuando salgo de la pista me relaciono con todos”,cuenta; “y también porque era de los que no me rendía, ya que si veía que nollegaba a una bola me tiraba igual y si me rompía la cabeza, mejor. Nosalimentábamos de forma recíproca”. Pero para su infortunio, nunca se despidióde manera oficial, ni siquiera vestido de corto.

Los médicos del Barcelona detectaron en 2017 la anomalía en su corazón, perono le dijeron nada porque era algo que entraba dentro de los parámetrosnormales de un deportista de élite, por más que sí tuvieran que hacerle unseguimiento. “En 2018 había evolucionado de manera negativa y me pusieron unholter para monitorizarme el corazón… Aunque no me dieron más explicaciones”,relata. Hasta 2019, cuando el bloqueo auriculo-ventricular preocupó al doctor,que le dio la noticia: no podía forzar cada día el corazón. Al acabar elcurso, debería parar. “El mundo se me volvió negro. ‘¿Al final de quétemporada me tengo que retirar?’, le pregunté, porque estaba bien, perfecto.No lo entendí”, rememora. Semanas más tarde, el 3 de febrero de 2020, anunciósu retirada tras las competiciones. Pero todo se torcio todavía más.

Resulta que llegó la pandemia y el confinamiento. “Fue un golpe durísimo”,relata; “porque había aceptado la retirada aunque me iría despidiendo poco apoco. Pero un dia me levanto y se ha acabado la liga. Otro, y se retrasa unmes la Final Four. Luego hasta diciembre… Entonces me di cuenta de que, sinenterarme, ya había jugado el último partido”. Por lo que después delencierro, busco ayuda profesional. “Ahora estoy bien. Sigo pensando que si meentreno, puedo jugar al alto nivel. Pero he acceptado que no podré volver ahacerlo más. Estoy retirado”, admite; “y que cuelguen mi camiseta en el Palauayuda porque como socio, aficionado y culé ,además de por la trayectoria, esun honor y un privilegio. Así,además, podré enseñar a mis hijos la figuradeportiva que he sido y, de paso, les contaré batallitas”.

Aunque difícilmente lo hará desde una pista de balonmano porque no ha vuelto ajugar nunca, acaso unos lanzamientos con su hijo en casa. “No sé si porquecomo he estado al más alto nivel, es un deporte que jugarlo para pasar el ratono me apetece”, desliza. Tampoco tiene demasiado tiempo, pues trabaja en elBarça como gestor de deportes profesionales, comenta para Esport3 lospartidos de balonmano, sale a correr y monta en bici,además de ser marido deHege y padre de Luka (6 años) y Mia (4). “He intentado reinsertarme de lamejor manera posible”, explica; “pero cuando juego a algo compito comosiempre. En el padel quiero ganar, al ajedrez contra mi hijo de seis años, másde lo mismo. Es mi gen competitive”.

Por eso le falta algo. “La competitividad porque es una droga que engancha.También esas semanas antes de un partido complicado, o el ambiente de equipo,el pertenecer a algo. Pero si me paro y miro atrás, estoy orgulloso de micarrera. Aunque también creo que no lo disfruté lo suficiente porque viendolos partidos desde fuera pienso que podía haber exprimido un poco más esassensaciones que jamás voy a volver a vivir”. Pero podrá paladear su grannoche, vestido de corto y con su familia, también con sus excompañeros yamigos. “Pero no quiero saber qué se hará porque se pierde el factorsorpresa”, remata el tercer deportista de la historia del club con más títulos(69), solo por detrás del portero de hockey Aitor Egurrola (78) y de suexcompañero David Barrufet (71). Y así, Víctor Tomás será, por siempre, el 8