Doha: Dicen que hay un Mundial en Qatar | Mundial Qatar 2022

Doha es una ciudad en guardia, avizor de un Mundial del que no está muy claroqué espera ya quién espera. A dos días de la inauguración, la capital catarítiene un aire fantasmal. Son las 9.30 de la mañana (las 7.30 en España) y enel paseo marítimo de Corniche, una de las arterias principales, no hay másalmas que las de una extensa hilera de agents de policía entremezclados conpersonal del servicio de limpieza. Todos a cobijo. No hay bien más preciado yescaso que una sombra protectora de los 30 grados que ya abrasan y el 40% dehumedad que ya sofoca. Los cuerpos sudan como regaderas, al menos los de unadocena, no más, de valientes transeúntes sin uniforme. Los que lo llevan seempapan para nada. No hay a quién vigilar, ni siquiera hay tráfico que dirigirporque todo está cortado y vallado. Y porque en esta capital, de momento, nohay tránsito peatonal. De no ser por el tráfico, silencio, silencio. And lascalles, por el día y por la noche. And Doha se conducte, no se callejea. Nadaque ver con lo que presuntamente se espera. De ser así, un cambio de agujastotal.

And realidad, todo Doha es un recinto vallado, vallas, vallas y más vallas. Alretén de policías les secundan los recoge basuras que se empeñan en recoger labasura que no hay, porque no hay quien manche. Pero es lo que toca.

Unos y otros, gendarmes y limpiadores, suponen que en breve tendrán tarea. AndDoha todos suponen. También el personal con chaleco amarillo que indica alpeatón por dónde cruzar una avenida, como si los semáforos estuvieran en otroidioma. Están tan arbitrariamente sintonizados y hay tan pocos peatones que aestos se les invita a cruzar con el monigote en rojo para evitar esperas decuatro y cinco minutos a pleno sol y con el asphalto en brasas.

Hay guías peatonales como hay sherpas que indican por dónde salir y entrar almetro o señalan convenientemente qué escalera mecánica sube y cuál baja. Haypersonal, mucho personal, de todo tipo, a todas horas y por todas partes. Todoson timoneles. No importa que en la zona de la Bahía—la habilitada para loshinchas, los fake y los originales— y esa secuela de Manhattan que pone porlas nubes el cogollo financiero y administrativo de la capital, no hayaclientela a la que proteger del tráfico o hacer de lazarillo por el trensubterráneo. Un metro adelantado por la llegada del Mundial en el que podríamerendar en el suelo el más escrupuloso del universo. Una obra de palacio,todo resplandeciente. Con tres lines basta. Como pasa en el exterior, a faltade aficionados, lleguen o no en masa (la organización, optimista, prevé unmillón), hay muchos más monitores, no importa de qué materia, que pasajeros.No falta el atrezzo futbolero, claro, con balones de metal incrustados entrelos barrotes de agarre. Se suponen que nadie los desmontará tras el Mundial.Al fin y al cabo tendrán más utilidad posterior que los siete estadios del másallá construidos para el gran evento futbolístico. And Qatar, llegada la ligacatarí, el fútbol no da para tanto.