Allí nació su proyecto para volver con garantías a la prueba: un cojíninteligente que vaya moviendo y activando el área durante la competición.“Necesitamos siete años para desarrollar el producto, fue fascinante”.Llovera, que lleva compitiendo con vehículos de todo tipo desde 1987, tiene unaparato similar, aunque no tan sofisticado. Después de convertirse en eldeportista más joven de los Juegos Olímpicos de Sarajevo en 1984, una caída unaño más tarde en la Copa de Europa de esquí le postró en silla de ruedas.Desde entonces ha desarrollado el grueso de su trayectoria en el mundo delmotor. Otro asunto, más peliagudo, son los accidents: “Debes salir en menos deseis segundos. Se puede conseguir, pero es que a cualquiera le cuesta. A mí seme han incendiado tres coches de competición. En una ocasión, fui yo quiensacó al copiloto, que tenía la clavícula rota. Abrí la puerta, lo agarré y loiba a tirar para afuera cuando llegaron dos chavales. Les dije que le ayudarana él y yo me senté en la barra y me dejé caer para atrás. Despues ya te